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西班牙国王正式登基,西班牙新国王低调登基,西班牙国王退位演讲,西班牙国王登基演讲全文

发布时间:2012-10-15 来源: 西班牙国王登基

费利佩六世登基演讲(西班牙语)¨parezco hoy ante Las Cortes Generales para pronunciar el juramento previsto en nuestra ...

"Comparezco hoy ante Las Cortes Generales para pronunciar el juramento previsto en nuestra Constitución y ser proclamado Rey de Espa?a. Cumplido ese deber constitucional, quiero expresar el reconocimiento y el respeto de la Corona a estas Cá maras, depositarias de la soberaní a nacional. Y permí tanme que me dirija a sus se?orí as y desde aquí , en un dí a como hoy, al conjunto de los espa?oles. Inicio mi reinado con una profunda emoción por el honor que supone asumir la Corona, consciente de la responsabilidad que comporta y con la mayor esperanza en el futuro de Espa?a. Una nació n forjada a lo largo de siglos de Historia por el trabajo compartido de millones de personas de todos los lugares de nuestro territorio y sin cuya participació n no puede entenderse el curso de la Humanidad. Una gran nació n, Se? orí as, en la que creo, a la que quiero y a la que admiro;

y a cuyo destino me he sentido unido toda mi vida, como Prí ncipe Heredero y -hoy ya- como Rey de Espa?a. Ante sus Se?orí as y ante todos los espa?oles -también con una gran emoció n- quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el Rey Juan Carlos I. Un reinado excepcional pasa hoy a formar parte de nuestra historia con un legado polí tico extraordinario. Hace casi 40 a? os, desde esta tribuna, mi padre manifestó que querí a ser Rey de todos los espa?oles. Y lo ha sido. Apeló a los valores defendidos por mi abuelo el Conde Barcelona y nos convocó a un gran proyecto de concordia nacional que ha dado lugar a los mejores a?os de nuestra historia contemporánea. En la persona del Rey Juan Carlos rendimos hoy el agradecimiento que merece una generació n de ciudadanos que abrió camino a la democracia, al entendimiento entre los espa?oles y a su convivencia en libertad. Esa generación, bajo su liderazgo y con el impulso protagonista del pueblo espa?ol, construyó los cimientos de un edificio polí tico que logró superar diferencias que parecí an insalvables, conseguir la reconciliación de los espa?oles, reconocer a Espa?a en su pluralidad y recuperar para nuestra Nació n su lugar en el mundo. Y me permitirá n también, Se? orí as, que agradezca a mi madre, la Reina Sofí a, toda una vida de trabajo impecable al servicio de los espa?oles. Su dedicación y lealtad al Rey Juan Carlos, su dignidad y sentido de la responsabilidad, son un ejemplo que merece un emocionado tributo de gratitud que hoy -como hijo y como Rey- quiero dedicarle. Juntos, los Reyes Juan Carlos y Sofí a, desde hace má s de 50 a?os, se han entregado a Espa?a. Espero que podamos seguir contando muchos a?os con su apoyo, su experiencia y su cari?o. A lo largo de mi vida como Prí ncipe de Asturias, de Girona y de Viana, mi fidelidad a la Constitución ha sido permanente, como irrenunciable ha sido -y es- mi compromiso con los valores en los que descansa nuestra convivencia democrá tica. Asífui educado desde ni? o en mi familia, al igual que por mis maestros y profesores. A todos ellos les debo mucho y se lo agradezco ahora y siempre. Y en esos mismos valores de libertad, de responsabilidad, de solidaridad y de tolerancia, la Reina y yo educamos a nuestras hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofí a. Se?oras y Se?ores Diputados y Senadores, Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras -y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional. Un Rey que accede a la primera magistratura del Estado de acuerdo con una Constitució n que fue refrendada por los espa?oles y que es nuestra norma suprema desde hace ya má s de 35 a?os. Un Rey que debe atenerse al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y, por ello, ser sí mbolo de la unidad y permanencia del Estado, asumir su más alta representación y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones. Un Rey, en fin, que ha de respetar también el principio de separación de poderes y, por tanto, cumplir las leyes aprobadas por las Cortes Generales, colaborar con el Gobierno de la Nación -a quien corresponde la direcció n de la polí tica nacional- y respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial. No tengan dudas, Se?orí as, de que sabré hacer honor al juramento que acabo de pronunciar;

y de que, en el desempe? o de mis responsabilidades, encontrarán en mía un Jefe del Estado leal y dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar;

y también a defender siempre los intereses generales. Y permí tanme a?adir, que a la celebració n de este acto de tanta trascendencia histórica, pero tambié n de normalidad constitucional, se une mi convicción personal de que la Monarquí a Parlamentaria puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a Espa?a. La independencia de la Corona, su neutralidad polí tica y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema polí tico, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los espa?oles. Todos ellos, valores polí ticos esenciales para la convivencia, para la organización y desarrollo de nuestra vida colectiva. Pero las exigencias de la Corona no se agotan en el cumplimiento de sus funciones constitucionales. He sido consciente, desde siempre, de que la Monarquí a Parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve;

ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos, y debe compartir -y sentir como propios- sus éxitos y sus fracasos. La Corona debe buscar la cercaní a con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza;

y para ello, velar por la dignidad de la institució n, preservar su prestigio y observar una conducta í ntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque, sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy, má s que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legí tima exigencia de los ciudadanos. ?stas son, Se?orí as, mis convicciones sobre la Corona que, desde hoy, encarno: una Monarquí a renovada para un tiempo nuevo. Y afronto mi tarea con energí a, con ilusió n y con el espí ritu abierto y renovador que inspira a los hombres y mujeres de mi generación". "Se?oras y Se? ores Diputados y Senadores, Hoy es un dí a en el que, si tuviéramos que mirar hacia el pasado, me gustarí a que lo hicié ramos sin nostalgia, pero con un gran respeto hacia nuestra historia;

con espí ritu de superació n de lo que nos ha separado o dividido;

para asírecordar y celebrar todo lo que nos une y nos da fuerza y solidez hacia el futuro. En esa mirada deben estar siempre presentes, con un inmenso respeto también, todos aquellos que, ví ctimas de la violencia terrorista, perdieron su vida o sufrieron por defender nuestra libertad. Su recuerdo permanecerá en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y la victoria del Estado de Derecho, junto a nuestro mayor afecto, será el mejor reconocimiento a la dignidad que merecen. Y mirando a nuestra situació n actual, Se?orí as, quiero también transmitir mi cercaní a y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protecció n a las personas y a las familias má s vulnerables. Y tenemos tambié n la obligación de transmitir un mensaje de esperanza -especialmente a los más jóvenes- de que la solución de sus problemas y en particular la obtención de un empleo, sea una prioridad para la sociedad y para el Estado. Sé que todas sus Se? orí as comparten estas preocupaciones y estos objetivos. Pero sobre todo, Se?orí as, hoy es un dí a en el que me gustarí a que miráramos hacia adelante, hacia el futuro;

hacia la Espa? a renovada que debemos seguir construyendo todos juntos al comenzar este nuevo reinado. A lo largo de estos ú ltimos a? os -y no sin dificultades- hemos convivido en democracia, superando finalmente tiempos de tragedia, de silencio y oscuridad. Preservar los principios e ideales en los que se ha basado esa convivencia y a los que me he referido antes, no sólo es un acto de justicia con las generaciones que nos han precedido, sino una fuente de inspiración y ejemplo en todo momento para nuestra vida pública. Y garantizar la convivencia en paz y en libertad de los espa? oles es y será siempre una responsabilidad ineludible de todos los poderes públicos. Los hombres y mujeres de mi generación somos herederos de ese gran éxito colectivo admirado por todo el mundo y del que nos sentimos tan orgullosos. A nosotros nos corresponde saber transmitirlo a las generaciones más jóvenes. Pero tambié n es un deber que tenemos con ellas -y con nosotros mismos-, mejorar ese valioso legado, y acrecentar el patrimonio colectivo de libertades y derechos que tanto nos ha costado conseguir. Porque todo tiempo polí tico tiene sus propios retos;

porque toda obra polí tica -como toda obra humana- es siempre una tarea inacabada. Los espa?oles y especialmente los hombres y mujeres de mi generación, Se?orí as, aspiramos a revitalizar nuestras instituciones, a reafirmar, en nuestras acciones, la primací a de los intereses generales y a fortalecer nuestra cultura democrática. Aspiramos a una Espa?a en la que se puedan alcanzar acuerdos entre las fuerzas polí ticas sobre las materias y en los momentos en que así lo aconseje el interé s general. Queremos que los ciudadanos y sus preocupaciones sean el eje de la acción polí tica, pues son ellos quienes con su esfuerzo, trabajo y sacrificio engrandecen nuestro Estado y dan sentido a las instituciones que lo integran. Deseamos una Espa?a en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor, siempre con una mentalidad abierta y constructiva y con un espí ritu solidario. Y deseamos, en fin, una Espa?a en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro espí ritu constitucional. En ese marco de esperanza quiero reafirmar, como Rey, mi fe en la unidad de Espa?a, de la que la Corona es sí mbolo. Unidad que no es uniformidad, Se?orí as, desde que en 1978 la Constitució n reconoció nuestra diversidad como una caracterí stica que define nuestra propia identidad, al proclamar su voluntad de proteger a todos los pueblos de Espa? a, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Una diversidad que nace de nuestra historia, nos engrandece y nos debe fortalecer. En Espa?a han convivido históricamente tradiciones y culturas diversas con las que de continuo se han enriquecido todos sus pueblos. Y esa suma, esa interrelació n entre culturas y tradiciones tiene su mejor expresión en el concierto de las lenguas. Junto al castellano, lengua oficial del Estado, las otras lenguas de Espa?a forman un patrimonio común que, tal y como establece la Constitución, debe ser objeto de especial respeto y protección;

pues las lenguas constituyen las ví as naturales de acceso al conocimiento de los pueblos y son a la vez los puentes para el diá logo de todos los espa?oles. Así lo han considerado y reclamado escritores tan se? eros como Antonio Machado, Espriu, Aresti o Castelao. En esa Espa?a, unida y diversa, basada en la igualdad de los espa? oles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos;

caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse espa?ol. Porque los sentimientos, más aún en los tiempos de la construcción europea, no deben nunca enfrentar, dividir o excluir, sino comprender y respetar, convivir y compartir. Y esa convivencia, la debemos revitalizar cada dí a, con el ejercicio individual y colectivo del respeto mutuo y el aprecio por los logros recí procos. Debemos hacerlo con el afecto sincero, con la amistad y los ví nculos de hermandad y fraternidad que son indispensables para alimentar las ilusiones colectivas. Trabajemos todos juntos, Se? orí as, cada uno con su propia personalidad y enriqueciendo la colectiva;

hagá moslo con lealtad, en torno a los nuevos objetivos comunes que nos plantea el siglo XXI. Porque una nación no es sólo su historia, es también un proyecto integrador, sentido y compartido por todos, que mire hacia el futuro. Un nuevo siglo, Se?orí as, que ha nacido bajo el signo del cambio y la transformación y que nos sitúa en una realidad bien distinta de la del siglo XX. Todos somos conscientes de que estamos asistiendo a profundas transformaciones en nuestras vidas que nos alejan de la forma tradicional de ver el mundo y de situarnos en él. Y que, al tiempo que dan lugar a inquietud, incertidumbre o temor en los ciudadanos, abren también nuevas oportunidades de progreso. Afrontar todos estos retos y dar respuestas a los nuevos desafí os que afectan a nuestra convivencia, requiere el concurso de todos: de los poderes públicos, a los que corresponde liderar y definir nuestros grandes objetivos nacionales;

pero también de los ciudadanos, de su impulso, su convicción y su participación activa. Es una tarea que demanda un profundo cambio de muchas mentalidades y actitudes y, por supuesto, gran determinación y valentí a, visión y responsabilidad. Nuestra Historia nos ense? a que los grandes avances de Espa?a se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo;

cuando hemos renunciado al conformismo o a la resignació n y hemos sido capaces de levantar la vista y mirar má s allá -y por encimade nosotros mismos;

cuando hemos sido capaces de compartir una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes. El bienestar de nuestros ciudadanos -hombres y mujeres-, Se?orí as, nos exige situar a Espa?a en el siglo XXI, en el nuevo mundo que emerge aceleradamente;

en el siglo del conocimiento, la cultura y la educación". "Tenemos ante nosotros el gran desafí o de impulsar las nuevas tecnologí as, la ciencia y la investigación, que son hoy las verdaderas energí as creadoras de riqueza;

el desafí o de promover y fomentar la innovación, la capacidad creativa y la iniciativa emprendedora como actitudes necesarias para el desarrollo y el crecimiento. Todo ello es, a mi juicio, imprescindible para asegurar el progreso y la modernización de Espa? a y nos ayudará, sin duda, a ganar la batalla por la creación de empleo, que constituye hoy la principal preocupación de los espa?oles. El siglo XXI, el siglo tambié n del medio ambiente, deberá ser aquel en el que los valores humaní sticos y éticos que necesitamos recuperar y mantener, contribuyan a eliminar las discriminaciones, afiancen el papel de la mujer y promuevan aún má s la paz y la cooperación internacional. Se?orí as, me gustarí a referirme ahora a ese ámbito de las relaciones internacionales, en el que Espa?a ocupa una posició n privilegiada por su lugar en la geografí a y en la historia del mundo. De la misma manera que Europa fue una aspiració n de Espa?a en el pasado, hoy Espa?a es Europa y nuestro deber es ayudar a construir una Europa fuerte, unida y solidaria, que preserve la cohesión social, afirme su posició n en el mundo y consolide su liderazgo en los valores democrá ticos que compartimos. Nos interesa, porque tambié n nos fortalecerá hacia dentro. Europa no es un proyecto de polí tica exterior, es uno de los principales proyectos para el Reino de Espa? a, para el Estado y para la sociedad. Con los paí ses iberoamericanos nos unen la historia y lazos muy intensos de afecto y hermandad. En las últimas dé cadas, tambié n nos unen intereses econó micos crecientes y visiones cada vez más cercanas sobre lo global. Pero, sobre todo, nos une nuestra lengua y nuestra cultura compartidas. Un activo de un inmenso valor que debemos potenciar con determinación y generosidad. Y finalmente, nuestros ví nculos antiguos de cultura y de sensibilidad próximos con el Mediterráneo, Oriente Medio y los paí ses árabes, nos ofrecen una capacidad de interlocución privilegiada, basada en el respeto y la voluntad de cooperar en tantos ámbitos de interés mutuo e internacional, en una zona de tanta relevancia estraté gica, polí tica y económica. En un mundo cada vez más globalizado, en el que están emergiendo nuevos actores relevantes, junto a nuevos riesgos y retos, sólo cabe asumir una presencia cada vez más potente y activa en la defensa de los derechos de nuestros ciudadanos y en la promoción de nuestros intereses, con la voluntad de participar e influir más en los grandes asuntos de la agenda global y sobre todo en el marco de las NN.UU. Se?oras y Se?ores Diputados y Senadores, Con mis palabras de hoy, he querido cumplir con el deber que siento de transmitir a sus se?orí as y al pueblo espa?ol, sincera y honestamente, mis sentimientos, convicciones y compromisos sobre la Espa? a con la que me identifico, la que quiero y a la que aspiro;

y también sobre la Monarquí a Parlamentaria en la que creo: como dije antes y quiero repetir ahora, una monarquí a renovada para un tiempo nuevo. Y al terminar mi mensaje quiero agradecer a los espa? oles el apoyo y el cari?o que en tantas ocasiones he recibido. Mi esperanza en nuestro futuro se basa en mi fe en la sociedad espa?ola;

una sociedad madura y vital, responsable y solidaria, que está demostrando una gran entereza y un espí ritu de superación que merecen el mayor reconocimiento. Se?orí as, tenemos un gran Paí s;

Somos una gran Nación, creamos y confiemos en ella. Decí a Cervantes en boca de Don Quijote: "no es un hombre má s que otro si no hace má s que otro". Yo me siento orgulloso de los espa?oles y nada me honrarí a más que, con mi trabajo y esfuerzo de cada dí a, los espa?oles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey. Muchas gracias. Moltes gràcies. Eskerrik asko. Moitas grazas."

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